Cada uno de nosotros ocupa un lugar en la sociedad, y desempeñamos un papel como individuos. Cumplimos nuestras funciones, construimos la sociedad, pero al mismo tiempo es nuestro producto y somos su producto, es decir, la producimos y la modificamos.
La sociedad nos da un nombre, una familia, un lenguaje, una cultura, un género y hasta una profesión. Contamos con diferentes instituciones como lo son la familia y la educación.
Analicemos ahora por qué escogemos ser estudiantes de cierta profesión: una persona que se dedica a cualquier profesión que conozcamos, tuvo ciertos elementos de carácter individual que lo orientaron a elegir su profesión: intereses, motivaciones, actitudes, y otras similares.
Nosotros como estudiantes tuvimos nuestras influencias y nuestros intereses para haber elegido nuestra carrera. A veces no lo pensamos, pero la sociedad influye en nuestra elección.
Como individuos y seres humanos no sólo vivimos para desempeñar nuestras funciones, sino que le otorgamos significado a la vida y a la sociedad en que vivimos.
Pero ese sentido o significado que le damos a nuestro papel, está orientado por nuestros valores sociales. Valores sociales que pueden cambiar y que pueden ser iguales o diferentes a los de otras sociedades.
Los estudiantes ocupan un lugar muy importante en la sociedad o debería de ocupar un lugar muy importante, ya que con ellos se abrirán nuevas puertas y habrá otras visiones al cambio y al desarrollo del mundo moderno. Sin un saber especializado la sociedad se vendría abajo.
La profesión y el rol de los estudiantes se convierte en una función de suma importancia en la sociedad, pues, a través de la educación, contribuimos al cambio y a la modificación de la misma. Además, que son mayores las posibilidades para ascender y mejorar nuestra calidad de vida.
El ascenso y mejora debería de ser en lo social (colectivo) y también en lo personal (individual).
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